Los devenires de la máquina antropológica

Ya, desde las propuestas teóricas de Rosi Braidotti, vemos en el posantropocentrismo un posible fin de la jerarquía entre especies. Con las literaturas poshumanas y los dispositivos de ficción, en el marco del giro animal, confrontamos la noción de antropoceno al ver que, tanto el animal humano, como el no humano, confluyen inevitablemente en ser organismos llenos de vida, dotados de una animalidad que nos compete a todos, y de un cuerpo compuesto y marcado por los inevitables procesos del devenir. Se trata de una propuesta inclusiva, que problematiza los vínculos interespecies, que ve a los humanos y a los animales como organismos biológicos simples, y que se nos presenta como la posibilidad de entender y transitar por los límites de la humanidad y el antropoceno. En este sentido, los textos de Lozada y Andrade indagan sobre el problema de la diferencia y las multiplicidades, y nos invitan a reflexionar sobre los modos de subjetivación que recoge lo poshumano y lo monstruoso, nociones que se asumen desde una alteridad no antropocéntrica, donde las diferentes ubicaciones entre centros y periferias comprenden un medio crucial por el cual percibir esa otredad relegada a la periferia.

La posmodernidad, marcada por la emergencia de contra-subjetividades, la crisis de las estructuras y las fronteras de la subjetividad, problematiza la lógica del humanismo clásico, que se ha servido de las otredades monstruosas y bestiales para autodefinirse en contraposición a su imagen y a su idea, negando su animalidad y desconociendo todo lo que es y lo que le antecede. De este modo, las identidades del “ser” y el “otro”, revisadas en las literaturas poshumanas, proponen nuevas perspectivas de la relación hombre-animal, donde el animal deja de ser un reflejo del hombre, carente de alma, razón y lenguaje, y se convierte en una entidad total, es decir, seres no humanos desprovistos de determinismos y completamente autónomos. Así, se da paso a una pluralidad heterogénea de líneas que se disuelven y se entrecruzan.

Lozada, en esta lógica, ve la función animal en el desarrollo histórico humano y se remite al giro animal para re-orientarnos la mirada y plantearnos nuevas comprensiones de lo viviente a través de nuevas lógicas. Algunos elementos en su texto El giro animal, que vale la pena rescatar en esta reseña, son, por un lado, dos de sus reflexiones en torno al trabajo de Derrida, una de ellas, la mirada, es decir, el animal como ese otro absoluto y su presencia observante que nos mira sin falsedad o simulación. La otra, el animal autobiográfico, que se plantea a partir del tema de la limitrofia, aquello que se desarrolla y crece en el límite, alrededor del límite, manteniéndose con el límite, alimentándose del límite, generándolo y haciéndolo crecer. Respecto a este último punto, podríamos reflexionar también alrededor de los procesos del devenir y sus implicaciones, en cuyas etapas o niveles se traza un itinerario que consiste en borrar y recomponer esas fronteras entre el yo y el “otro”. Por otro lado, rescato la idea del devenir animal, concepto que retoma de Deleuze y Guattari, siendo este un proceso de animalización que atraviesa a todos los seres vivientes a partir de la simbiosis, que conforma un rizoma, cuyas ramificaciones son horizontales, heterárjicas y se desarrollan desde el medio. Aquí se retoma el concepto de la desterritorialización del animal humano, lo que nos remite también a pensar en los códigos lingüísticos que pierden su territorio en un devenir que se aleja de la significación, pero que está próximo a la trascendencia del significado.

El corpus elegido para las reflexiones que propone Lozada nos dan luces frente a los modos en los que el animal se ha asumido y los puentes de contacto entre lo animal con lo humano, esto desde los diversos modos en que lo animal se desarrolla dentro de las narraciones y los interesantes interrogantes que nos propone. Lo anterior, puesto en diálogo con los cuentos de Jairo Andrade, Enemigos imaginarios, me suscita para la reflexión todo lo referido a lo que sería un cambio radical de perspectiva para comprender lo viviente y las funciones que asume el animal y la animalidad en otras lógicas no jerárquicas, sin embargo, no es tampoco una superioridad a la inversa, sino que se recurre al animal como frontera móvil entre las relaciones humanas, también arraigadas en la emocionalidad y en un tipo de pensamiento que no es absolutamente racional. Igualmente los procesos de reificación o cosificación de lo viviente, en este sentido, las reflexiones que posibilitan los cuentos permiten reafirmar la monstruosidad como una transformación positiva, enmarcada en la aceptación a las reorganizaciones del cuerpo, la tolerancia y la aprobación de los límites de lo humano. Adicionalmente, está también el tema la compañía que los animales le ofrecen a los humanos, aquí dialogan las prácticas de alianza con la animalidad como un efecto de la oposición entre cultura y naturaleza. Viene también a converger todo lo relacionado con el cruce de miradas, esto es, lo animal en el humano y lo humano en el animal. En general, hay de manera transversal un vínculo reflexivo sobre la manera como tradicionalmente los humanos han observado a los animales desde sus “carencias”, que históricamente ha funcionado como estrategia de antropomorfización. Finamente, está el devenir animal, que es ese término posibilitado por el arte que nos permite explorar creativamente cuáles serían esas multiplicidades de devenires animales de la cultura, aquí vemos la función de los animales como poderosas herramientas de creación y de reflexión.

A modo de cierre, el devenir y sus procesos, que también nos remiten a las lógicas deconstructivas, se apoyan en subjetividades des-centradas, dinámicas, que ven la diferencia como el modo de expresar un poshumanismo, contra-subjetivado, asumido desde unas prácticas, unas representaciones y unos imaginarios fluidos y orgánicos, construidos en el encuentro con la otredad no humana. En este sentido, elementos como el de la monstruosidad entran a ser una organización positiva de las leyes de la naturaleza, que nos invitan a pensar la noción de diferencia, tomando en cuenta el poder y sus complejos sistemas de un modo totalitario, no solo desde sus aspectos negativos, es decir, también desde las experiencias de opresión, exclusión y marginalidad respondiendo a esa necesidad de redefinir las subjetividades y las fuerzas que las estructuran.  

Enemigos imaginarios (Cuentos de Jairo Andrade)

4 comentarios en “Los devenires de la máquina antropológica”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *